A finales de los siglos XIX y XX, el Imperio ruso experimentó un éxodo judío a gran escala. En la década de 1920, unos dos millones de judíos rusos habían emigrado a América, Europa y Eretz Israel. Miles de familias quedaron separadas. Muchos dejaron atrás en Rusia a seres queridos a los que nunca volvieron a ver. Y ni siquiera sabían de su existencia.

Desde 1998, el Instituto Am haZikaron ayuda a restablecer los lazos familiares perdidos, encontrando a parientes separados y organizando sus reencuentros. A lo largo de muchos años de investigación en el campo de la historia familiar, el Instituto ha creado un sistema flexible y eficaz para encontrar parientes y ha recopilado una base de datos de historias humanas únicas. Hoy en día, para muchos supervivientes del Holocausto y sus descendientes, ésta puede ser la última oportunidad de encontrar a los parientes que han estado buscando desesperadamente durante toda su vida.

Separados por el Holocausto

La familia Abraham – Jakub

Wendy Abraham lleva más de 30 años buscando a miembros de la familia de su abuelo que permanecieron en Europa durante el Holocausto. Hace poco se enteró de que el Instituto Am haZikaron ayuda a las personas a reencontrarse con sus familiares. Tras ponerse en contacto con Am haZikaron, en menos de un año Wendy pudo conocer a su tío abuelo y a su tía, a los que nunca había visto antes. Este emotivo encuentro tuvo lugar en Israel. Una familia separada durante más de 70 años se reunió por fin.

100 años de soledad

La familia Kavlin (Konstantinovs – Lederman)

Hace cien años, en Polotsk, la familia Kavlina se vio separada por la guerra. Primera Guerra Mundial, ocupación, guerra civil. Alberto acabó en Bolivia, después de Lituania, Alemania, Holanda. Su hermana Dina estaba en Kazán, después de servir en el Ejército Rojo. Entonces ellos, separados, tenían poco más de 20 años … Nunca volvieron a saber la una de la otra. Sus hijos nunca se enteraron de que sus parientes vivían en otro continente. Sólo sus nietos pudieron reunirse. Y hablar. Y aunque ahora esa conversación requiera un intérprete. Y aunque decenas de miles de kilómetros separen a los tres primos – su familia, enorme de nuevo, junta de nuevo – después de cien años. Y lo que fue borrado por la cruel historia, llena de sangre, separaciones, persecuciones y olvido aparentemente eterno, ha sido restaurado y nunca será olvidado por los descendientes. Anatoly Konstantinov se reunió con Lidzia Lederman en Tel Aviv.